La
música ha sido, es y será un acompañamiento vital para el ser humano, nos
transmite alegría y expresa nuestra penas, nos recuerda a cosas agradables que
hemos vivido y también nos traslada miedos e inquietudes. Podemos afirmar, por
lo tanto, que es parte de nuestra vida y que entronca directamente con nuestros
sentimientos.
Dentro del amplísimo ámbito de este arte, la música
tradicional también conocida como folklore, y cuando es aderezada con un cierto
toque de modernidad, como folk, representa la forma de ocio que tuvieron
nuestros mayores, o incluso podríamos decir nuestros antepasados, así como su
banda sonora.
Aquellas
personas que tras una larga jornada de trabajo se reunían alrededor de una
buena candela en invierno, o a la luz de la luna y las estrellas en verano, se
divertían cantando, tocando y bailando cancioncillas, que además en muchos
casos servían como excusa para decirse más de una cosa.
Pero no sólo en los momentos de descanso se hacía música
sino que también durante la ardua labor también se dulcificaba el trabajo con
letrillas que hacían referencia a la propia ocupación o incluso a las
penalidades de la misma.
Otra de las características que han definido al folklore o
música tradicional ha sido la ausencia de autor conocido o al menos, nadie
reclamaba como propias las letrillas, músicas o danzas que se ejecutaban, sino
que más bien pasaban directamente a formar parte del acervo popular por la más
pura aclamación de los presentes.
En la época de Navidad, muchas de esas cancioncillas hacían
referencia al nacimiento de Jesucristo y a toda la historia de este magno
evento, es lo que se recoge bajo el nombre de villancicos y servían para glosar
ese momento de nuestra historia. Los villancicos tienen aires festivos ya que
cantaban sobre “la buena noticia” que era el nacimiento de Jesús, aunque si nos
adentramos en el maravilloso mundo del flamenco, también los palos más serios
adaptaron letras de la Historia para cantar las desventuras de San José y La
Virgen buscando posada o alumbrando al Niño Dios.
Villancicos y música de navidad ha habido en todos los
lugares del mundo y en cada uno de ellos se ha impregnado de las raíces y de la
cultura de éstos, lo que no ha hecho sino enriquecerla. Con la emigración
aquellas diferentes visiones de la música acabaron por compartirse y como se
diría en nuestros días por fusionarse.
Un ejemplo claro de la tradición de un pueblo aplicada sobre
la música de Navidad tradicional es el flamenco, que ya hemos mencionado antes.
Esta expresión de la cultura del pueblo andaluz, que recoge toda la
idiosincrasia de la vasta tierra del sur de España, desde los cantes por
fiestas del occidente andaluz hasta los más sobrios y serios del oriente, ha
cantado y canta a la Navidad, introduciendo en sus ritmos y compases letras
alusivas al nacimiento de Jesús.
Pero también es un excelente ejemplo de fusión aplicada a la
música y probablemente el primero de muchos, ya que de la emigración andaluza a
América surgieron los llamados cantes de ida y vuelta que no eran más que la
mezcla de nuestra música con los aires de aquellas tierras.
También la música navideña se ha visto implicada en esa
vorágine cultural, existiendo villancicos en cualquiera de los palos del
flamenco incluidos esos cantes de ida y vuelta.
Lo último que me gustaría destacar de este amplio tema que
es la música tradicional, es otro de sus vínculos con la tierra en la que se
hace, sus gentes y su forma de vida. Esa conexión se establece a través de los
instrumentos con los que se interpreta. En función del lugar en el que nos
encontremos observaremos que la música tradicional se sirve de unos u otros
instrumentos, aunque hay determinados denominadores comunes, como son los ritmos,
la presencia de la percusión o la presencia de partes cantadas a coro.
En Andalucía, los instrumentos por excelencia son guitarras,
bandurrias y laudes y la percusión se ejecuta a través de palmas, castañuelas,
panderos o cajones y en el caso de las canciones navideñas aparecen otros
instrumentos que podríamos llamar específicos, como las zambombas, “botellas de
anís”, campanas o incluso un almirez tocado a compás. Todo ello tocado con
maestría por personas que no buscaban un “hit parade” sino sencillamente
divertirse y divertir a los demás, y que en conjunto eran una filarmónica
popular.
La música no es ajena al tiempo en el que vive, y a día de
hoy vemos como la tecnología ha invadido este mundo también, pero no convendría
olvidar nuestras raíces puesto que de aquellas cancioncillas hemos llegado
hasta donde estamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario