Queridas
familias:
Esta
semana me gustaría tratar un tema de relevante importancia en la educación de
nuestros pequeños; la empatía.
La
empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona y entender su
punto de vista, llegar a comprender cómo se siente, sus emociones y
pensamientos. Surge de forma natural en el ser humano desde la infancia, y es
en esa etapa de la vida cuando es más susceptible de ser entrenada.
Durante
el primer año de vida, los bebés se relacionan con los demás instintivamente;
aún no distinguen su propia identidad ni la de los demás.
A
partir del año de vida comienzan a adquirir conciencia de su propia persona y a
distinguir a los otros como seres diferentes a ellos mismos.
A
los dos o tres años, el niño empieza a comprender y reconocer algunas emociones
propias, las más básicas, como la alegría o la tristeza.
A
partir de esta edad también comienza a ser consciente de que los demás tienen
sus propios sentimientos. Es alrededor de los seis años cuando el pequeño ya conoce
que los demás tienen una individualidad.
Aprende
a reconocer cómo se sienten y lo que piensan, aunque hasta los diez años no
llega a entender el comportamiento de los demás y no sabe ponerse completamente
en el lugar del otro.
Pero
¿cómo podemos fomentar la empatía de los niños/as?
-
Procura hacerle ver al niño los diferentes puntos de vista posibles ante una
misma situación.
-
Escucha al niño, y enséñale a escuchar. Dedica tiempo a conversar con él, sin
hacer otra cosa simultáneamente, para prestarle toda la atención que se merece.
-
Expresa tus emociones y pensamientos y anímale a que haga lo mismo,
mostrándole, ante todo, aceptación y comprensión.
-
Cuando estéis en la calle, juega con él a reconocer las emociones de la gente
según lo que transmite su rostro. Puedes jugar a silenciar una película y
adivinar qué están pensando o sintiendo los protagonistas, según sus gestos y
expresiones.
-
También puedes utilizar cuentos y metáforas para trabajar con las emociones,
aprendiendo a identificarlas y comprenderlas. El juego y la diversión es una
buena forma de entrenar la capacidad de ponerse en el lugar de los otros.
¡Saludos de la seño Isa!
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Un
niño cuyos padres y maestros fomenten su empatía desde pequeño va por el camino
de convertirse en un adulto más sensible, comprensivo y sociable.
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