Ya han pasado más de dos
meses desde que comenzamos en la escuela y, aunque ha sido un período difícil y
con muchos llantos, cada día vamos creciendo y superando juntos dichas
dificultades.
Hemos empezado a conocernos a través de distintos juegos,
fotografías y actividades planificadas pero si hay algo que no se puede planificar, eso son ¡los besos,
las caricias y abrazos!.
Para mí, estas muestras de afecto surgen de manera
voluntaria cuando ya se ha creado un lazo afectivo y se encuentran en un
entorno cercano y seguro.
Poco a poco han ido surgiendo las miradas y sonrisas
entre ellos, la complicidad y, sólo hace falta observarlos para saber que este
acercamiento les produce bienestar y disfrute.
En mi clase estoy viendo las primeras muestras de cariño
y, he de decir, que me siento orgullosa y con una alegría inmensa de ver cómo
día a día se van adaptando y superando a sí mismos.
Como educadora, procuro
inculcar un ambiente cálido donde todas estas manifestaciones de afecto estén
presentes en el día a día: intentamos cuidarnos los unos a los otros, ayudarnos
cuando un niño se cae, consolarlo si se
ha hecho daño, decirnos ¡te quiero! o pedir perdón cuando hemos empujado sin
querer…
En definitiva,
debemos educar en el afecto, ya que es uno de los aspectos más importantes en
el desarrollo del niño/a, tanto a nivel
emocional como social.
Un abrazo fuerte de la seño Vero |
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