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viernes, 16 de enero de 2015

LA MÚSICA TRADICIONAL







La música ha sido, es y será un acompañamiento vital para el ser humano, nos transmite alegría y expresa nuestra penas, nos recuerda a cosas agradables que hemos vivido y también nos traslada miedos e inquietudes. Podemos afirmar, por lo tanto, que es parte de nuestra vida y que entronca directamente con nuestros sentimientos.  

Dentro del amplísimo ámbito de este arte, la música tradicional también conocida como folklore, y cuando es aderezada con un cierto toque de modernidad, como folk, representa la forma de ocio que tuvieron nuestros mayores, o incluso podríamos decir nuestros antepasados, así como su banda sonora.
Aquellas personas que tras una larga jornada de trabajo se reunían alrededor de una buena candela en invierno, o a la luz de la luna y las estrellas en verano, se divertían cantando, tocando y bailando cancioncillas, que además en muchos casos servían como excusa para decirse más de una cosa.
Pero no sólo en los momentos de descanso se hacía música sino que también durante la ardua labor también se dulcificaba el trabajo con letrillas que hacían referencia a la propia ocupación o incluso a las penalidades de la misma.
Otra de las características que han definido al folklore o música tradicional ha sido la ausencia de autor conocido o al menos, nadie reclamaba como propias las letrillas, músicas o danzas que se ejecutaban, sino que más bien pasaban directamente a formar parte del acervo popular por la más pura aclamación de los presentes.
En la época de Navidad, muchas de esas cancioncillas hacían referencia al nacimiento de Jesucristo y a toda la historia de este magno evento, es lo que se recoge bajo el nombre de villancicos y servían para glosar ese momento de nuestra historia. Los villancicos tienen aires festivos ya que cantaban sobre “la buena noticia” que era el nacimiento de Jesús, aunque si nos adentramos en el maravilloso mundo del flamenco, también los palos más serios adaptaron letras de la Historia para cantar las desventuras de San José y La Virgen buscando posada o alumbrando al Niño Dios.
Villancicos y música de navidad ha habido en todos los lugares del mundo y en cada uno de ellos se ha impregnado de las raíces y de la cultura de éstos, lo que no ha hecho sino enriquecerla. Con la emigración aquellas diferentes visiones de la música acabaron por compartirse y como se diría en nuestros días por fusionarse.
Un ejemplo claro de la tradición de un pueblo aplicada sobre la música de Navidad tradicional es el flamenco, que ya hemos mencionado antes. Esta expresión de la cultura del pueblo andaluz, que recoge toda la idiosincrasia de la vasta tierra del sur de España, desde los cantes por fiestas del occidente andaluz hasta los más sobrios y serios del oriente, ha cantado y canta a la Navidad, introduciendo en sus ritmos y compases letras alusivas al nacimiento de Jesús.
Pero también es un excelente ejemplo de fusión aplicada a la música y probablemente el primero de muchos, ya que de la emigración andaluza a América surgieron los llamados cantes de ida y vuelta que no eran más que la mezcla de nuestra música con los aires de aquellas tierras.
También la música navideña se ha visto implicada en esa vorágine cultural, existiendo villancicos en cualquiera de los palos del flamenco incluidos esos cantes de ida y vuelta.
Lo último que me gustaría destacar de este amplio tema que es la música tradicional, es otro de sus vínculos con la tierra en la que se hace, sus gentes y su forma de vida. Esa conexión se establece a través de los instrumentos con los que se interpreta. En función del lugar en el que nos encontremos observaremos que la música tradicional se sirve de unos u otros instrumentos, aunque hay determinados denominadores comunes, como son los ritmos, la presencia de la percusión o la presencia de partes cantadas a coro.
En Andalucía, los instrumentos por excelencia son guitarras, bandurrias y laudes y la percusión se ejecuta a través de palmas, castañuelas, panderos o cajones y en el caso de las canciones navideñas aparecen otros instrumentos que podríamos llamar específicos, como las zambombas, “botellas de anís”, campanas o incluso un almirez tocado a compás. Todo ello tocado con maestría por personas que no buscaban un “hit parade” sino sencillamente divertirse y divertir a los demás, y que en conjunto eran una filarmónica popular.
La música no es ajena al tiempo en el que vive, y a día de hoy vemos como la tecnología ha invadido este mundo también, pero no convendría olvidar nuestras raíces puesto que de aquellas cancioncillas hemos llegado hasta donde estamos.